El siglo XXI está marcado por avances tecnológicos inimaginables hace apenas unas décadas y una carrera competitiva por inventar que convierte en obsoleta cualquier investigación científica apenas se hace pública. Entre ellos se incluyen los experimentos genéticos con células madre humanas, prohibidos en muchos países. Splice profundiza en la polémica mostrando a una pareja de genetistas saltándose las normas legales y creando seres a medio camino entre pollos, conejos y personas a partir de combinaciones de DNA para conseguir una utopía: la cura de todas las enfermedades y el alargamiento infinito de la vida. La cosa se les va de las manos cuando el ser creado no es una masa informe sino que resulta cercano al ser humano y genera en ellos sentimientos que van desde el instinto maternal hasta la atracción sexual, no permitiéndoles verlo como el simple objeto de un experimento científico.
La estética recuerda al primer Alien, a extraños seres de La Guerra de las Galaxias e incluso a E.T. o a los cameronianos avatares, y el rápido desarrollo fisiológico de la criatura provoca que los personajes de Clive y Elsa estén en cuestión de días frente a un ser adulto al que tratan como a un niño travieso. Las historias paralelas de su vida personal como pareja y su trabajo como colegas en el laboratorio acaban fundiéndose a causa de Dren, el ser que sigue sufriendo metamorfosis incluso después de muerto (de pollo a mujer a anfibio a pájaro a hombre…).
Uno de los temas del filme es la atracción sexual por lo diferente, en este caso otra especie animal mientras tenga un rastro o porción de humano, y ello se puede extrapolar tanto a las relaciones inter-raciales como a una interpretación del mito de Pigmalión un tanto particular, ya que en realidad el nuevo ser ha sido creado por ellos. El mito de Electra, de la hija enamorada del padre y en rivalidad con la madre también es visible en la película, así como el extrañamiento de los padres por parte de los hijos una vez que estos maduran.
La transición del laboratorio al granero donde esconden a Dren y la “humanizan” es una nueva fase del claustrofóbico filme ruralizando una historia urbana y dándole un toque gótico y vampírico. La tensión de la historia continúa subiendo hasta un final un tanto previsible pero necesario, y en un guiño a otro clásico de la ciencia ficción –Terminator– la trama queda suspendida en manos del personaje de una mujer fuerte en espera de que el productor Guillermo del Toro se anime con una secuela.
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