Los gimnasios japoneses

Hay gimnasios y gimnasios pero los japoneses se llevan la palma. Recientemente me hice socio de uno al lado de mi casa: perfecto, con piscina de 25 metros, muchas calles libres y pocos nadadores, una sala de máquinas y pesas grande, saunas, un yakuzzi en el tejado, tanning machine, etc, etc. La clientela del susodicho es básicamente jubilados y amas de casa, pues los hombres y las “OLs” están demasiado ocupados trabajando como para permitirse ese lujo de tiempo para el deporte.

 Día 1: voy allí con una amiga a preguntar por la piscina y nos dan un tour por las instalaciones. Me hacen cambiarme de zapatillas 3 veces y acabo un poco confuso, pero, una vez que me acostumbro a la visión de las “obaachan” (mujeres de edad), me convenzo de que es lugar perfecto para mis objetivos. Recibimos cada uno un ticket invitación para probar las instalaciones cualquier otro día.

Día 2: aparezco yo con el ticket de marras y me sientan a una mesa donde me hacen rellenar unos formularios. Al rato voy con uno de los encargados de las pesas, que me hace un test sobre mi estado físico y me pone en una máquina que lee la cantidad de grasa y músculos de cada parte del cuerpo, y que me deja muy contento porque concluye que tengo cuerpo de atleta, excepto en la zona del abdomen –la barriga, vamos. Intento explicarle que solo quiero echar un vistazo a las instalaciones y probarlas un poco pero es inútil: la indagación sobre mi pasado deportivo y mis objetivos más profundos en relación al gimnasio continúan hasta la eternidad. Tras la eternidad me animo a ir a la piscina, donde recibo un curso intensivo de dónde colocar la toalla y las cosas más tomar una ducha con jabón previa entrada en la piscina, lo que, dado el olor de algunos vagones de metro y diversas bibliotecas públicas de Osaka, me parece estupendo. Tras 40 minutos nadando solo ya me he decidido; ese es mi gimnasio, a apenas 5 minutos de mi casa en bici.

(Continuará)

Blog at WordPress.com.

estudiosdeliteratura

Just another WordPress.com site

Habaneceres

Literatura, opinión y otros habaneceres, porque habanecer es una perspectiva, un estado de ánimo, un vicio de la memoria